El Muelle cayó por un tira y afloje de 70 años. Había una solución pero el Atlántico la desechó.

Desidia. Esa palabra se ha utilizado y reutilizado para hablar de la caída del Muelle de Puerto Colombia. El diccionario virtual Wordreference.com la define como negligencia, falta de cuidado y de interés. Pero, ¿de quién fue, y por qué? Los 200 metros de concreto y varilla que se hundieron en el mar han sacado a flote algunas respuestas, que desnudan una historia de 70 años de ‘tira y aflojes’, indolencia y codicia.

Las olas tardaron, pero finalmente partieron el Muelle a la mitad con la soltura de un niño que revienta un gusano con una ramita. Quizá algunos lo habían anhelado por años, según lo explicado por el arquitecto y restaurador Ignacio Consuegra, estudioso de la historia barranquillera y porteña, y furioso por causa de ella.

LA NEGLIGENCIA RECIENTE. 

Como a casi todos los costeños, a Consuegra lo indigna el desmoronamiento de un tramo de esa estructura por la que empezó a entrar la modernidad al país desde 1888, cuando todavía era de madera. Pero su indignación se debe además a que la alcaldesa de Puerto, Martha Villalba, y el gobernador, Eduardo Verano, han dado a entender que la recuperación del Muelle solo “pendía del bolígrafo del Presidente”.

Álvaro Uribe estaba en deuda de firmar el decreto que autorizó al Ministerio de Cultura aprobar el Plan Especial de Manejo y Protección que había propuesto la Gobernación. Lo hizo luego de enterarse de la emergencia, pero Consuegra afirma que no se puede eximir de responsabilidad a los recientes alcaldes del municipio y diputados atlanticenses.

En los 90 la Nación declaró al Muelle monumento nacional. El restaurador precisa que en noviembre de 2005 el Ministerio de Transporte había ofrecido una solución “en especies”, en la que no se entregarían recursos, para una conservación adecuada según su condición.

Planteaba la instalación de pilotes de acero, rellenados de concreto, a cada costado de la estructura cada 100 metros.

Los pilotes habrían actuado como ‘grapas’ a las que se aferraría el Muelle para resistir la embestida del agua, “como un borracho se agarra a un poste cuando se está cayendo”, dice Consuegra. Explica que así, solo se hubiera necesitado reforzar la parte que sale a superficie de las columnas que lo sostienen, ya que bajo el agua estas conservan su fortaleza.

La Nación, asesorada por expertos internacionales, consideraba que debía conservarse como una ruina por tratarse de un monumento. Los dirigentes locales insistieron que estaba demasiado deteriorado y que era necesaria financiar una reconstrucción para darle explotación turística. Consuegra explica que lo que querían hacer es como ‘empañotar’ las paredes destruidas del Coliseo Romano, “pero esos huecos son testimonio histórico”. Tal vez por eso la aprobación del Plan permanecía paralizada.

LA NEGLIGENCIA HISTÓRICA. 


Los dirigentes del Atlántico abandonaron al Muelle a partir de 1940. Tras la construcción de los tajamares de Bocas de Ceniza, y un puerto barranquillero en el río Magdalena, se restringió el desembarque en Puerto Colombia.

Habitantes de Puerto en esa época, como Cástulo Colina, revelan hechos que siguen sin explicación. Isla Verde, una ensenada natural que protegía al Muelle de la corriente del mar, fue bombardeada en ensayos militares y luego perforada en una búsqueda de petroleo. Desapareció y dejó a la estructura expuesta a la cada vez más grande carga contaminante del río. Se desaprovechó la posibilidad de enlazar a los dos puertos, ya que la Nación ordenó desmontar la línea ferroviaria que conectaba al Muelle con Barranquilla.

Al Muelle solo se le hizo mantenimiento una vez en 1989, por gestión de Eduardo Santos, primer alcalde de Puerto elegido popularmente. Después solo hubo ingratitud, en forma de sal, que corroyó y dejó como un dulce mordisqueado por hormigas a la que se consideró la más importante obra de ingeniería colombiana.

Muchos hilos quedan por fuera de esta madeja de historias entretejidas, que muestran que la mejor definición de desidia no la ha dado ningún diccionario. La definición más precisa la dio Colombia. De ella solo quedan escombros, unos enterrados en el fango, otros flotando alejados en un mar negro. Ese color no es por luto, puesto que bate sus olas como si nada hubiera pasado.

VIEJA PROMESA INCUMPLIDA Y EL HUECO DE LA IGNOMINIA

Hace 10 años el Gobierno Nacional cedió el lote del Distrito 20 de carreteras para que se inicien trabajos de recuperación del Muelle con los dineros de su venta. Se abre una licitación pero se declara desierta.

Estando como alcalde de Puerto el ahora diputado Camilo Torres, y de gobernador Ventura Díaz, asignan el lote para vivienda de interés social, lo que deprecia su valor y bloquea el proceso, según Ignacio Consuegra.

Solo hasta 2007, al final de la administración de Guillermo Hoenigsberg, le devuelven el uso original y restituyen el valor, con lo que se retoma como alternativa de financiación para un proyecto.
Consuegra considera que el daño del Muelle debe llamarse el “Hueco de la ignominia”, y conservarse por su valor histórico.
La Nación quería al Muelle como monumento. El Atlántico lo quería explotar turísticamente. Nunca se pusieron de acuerdo.

CAYERON MÁS DE 40 AÑOS DE PROSPERIDAD PARA LA COSTA CARIBE

El Muelle empezó a funcionar desde 1888, pero a partir del 15 de junio de 1893 se inauguró como el más largo de América, y el tercero del mundo, tras una inversión de dos mil toneladas de hierro, asegura el historiador Helkin Núñez. El desembarque era las 24 horas. Simultáneamente podían atracar cinco buques a cada lado del malecón y contaba con una línea de ferrocarril.

Estos dos perros tal vez se olieron lo que dijo el gobernador Eduardo Verano, y se acercaron a comprobar que tan cierta era su afirmación de que el Muelle es un ‘lomo fino’ que entregarán para su explotación turística. Pero tuvieron que quedarse aburridos a un extremo, como están los caseteros que han visto la disminución de la visita de turistas tras el cierre de la playa por la caída de 200 metros. Foto Aleydis Coll

LA DESESPERACIÓN ESTALLA EN LA PLAZA DE PUERTO COLOMBIA

El fruto de la desesperación por la caída del Muelle estalló en la plaza Cisneros de Puerto Colombia al final de una protesta el viernes. Un muñeco relleno de pólvora, que colgaba de un árbol y personificaba a la Ministra de Cultura Paula Moreno, fue encendido en llamas por Cecil Avendaño, que representaba a la alcaldesa Martha Villalba en una obra de teatro.

Unos 30 porteños se habían acercado a la manifestación, en principio pacífica, de dolor y desesperanza. Avendaño le prendió fuego al muñeco ante los ojos de todos, pero, según ellos, sin haberles informado.

La Policía llegó y la comunidad la increpó por no haber acompañado la protesta y capturado al actor que los puso en peligro a todos. “¿Ahora, porque se cayó el Muelle, van a quemar la Plaza?”, reclamó un porteño. Él sabe que muchas elegías fueron escritas, canciones compuestas y cuadros pintados para clamar que no cayera. Pero se derrumbó, y ahora se incendian árboles. Los artistas vivían el sueño de verlo resplandecer otra vez, pero ese sueño moría. De él solo quedan cenizas, como las que mancharon la Plaza.

Por Iván Bernal Marín

Publicado el 15 de marzo de 2010 en El Heraldo

Acerca de Iván Bernal Marín

Editor y periodista con estudios en filosofía. “La libertad del cronista permite contar mejor la verdad”, EMcC.
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Una respuesta a El Muelle cayó por un tira y afloje de 70 años. Había una solución pero el Atlántico la desechó.

  1. EPITAFIO DE LA MINISTRA DE CULTURA…»EL MUELLE DEJO DE SER MUELLE,HACE AÑOS,DEJO SU ACTIVIDAD,SU OBJETO HACE AÑOS,NO MERECE LA PENA RECONSTRUIRLO»….MARIANA GARCES ..MIN CULTURA…COMO UNA PERSONA SIN CONOCER LA HISTORIA DE ESTA RELIQUIA,PUEDE EXPRESARSE ASI,AL FIN Y AL CABO LOS DEL INTERIOR,TRATAN POR TODOS LOS MEDIOS DE CUBRIR POR DONDE ENTRO EL PROGRESO,LA PUJANZA,LA TECNOLOGIA A COLOMBIA Y A SUR AMERICA…PERO MAS PENA DEBE DE DARLE A LOS PORTEÑOS,INDOLENTES QUE PERDIERON EL CORDON UMBILICAL,CON SUS RAICES,SU CULTURA…NO SINTIERON,LA MUERTE DE SU UNICA INSIGNIA,COMO PERSONAS Y COMO PUEBLO…

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